Todos necesitamos dormir, ya que es una necesidad vital y básica. Pero cuando somos padres, esa necesidad vital y básica pasa a un octavo plano… por lo menos.
Es cierto que la ma/paternidad pasa por una etapa más o menos (con suerte) larga en la que el descanso escasea. Podemos aceptarla cómo viene y esperar a que pase, ya que es cierto que el sueño es evolutivo (esto sucederá en algún punto entre los 3 y los 6 años, generalmente), o podemos ponernos “manos a la obra” y hacer cambios para mejorar el sueño de nuestros hijos, el nuestro, y sobre todo, estar de mejor humor.
Os cuento dos secretos:
El primero es que los estudios nos dicen que cuando atravesamos un periodo en el que no descansamos bien (un buen descanso es dormir más de 7 horas) estamos un 60% más reactivos emocionalmente. Si ser padres ya es todo un reto con la paciencia cargada al máximo, este 60% de reactividad emocional no nos lo va a poner fácil.
El segundo es que los bebés ya saben dormir cuando nacen. El problema es que no lo hacen cuando queremos. Esto viene provocado por una brecha enorme entre las necesidades del recién nacido, y las necesidades de sus padres, que poco tienen que ver con las que teníamos años antes. Esta distancia hace que se genere un problema de acople entre las necesidades del bebé y las de la familia, generando fricciones. Por desgracia, no podemos cambiar el ritmo al que va la sociedad, pero lo que sí podemos hacer, es entender cómo funciona el sueño del bebé y así poder usar estrategias adecuadas para mejorarlo.
Y esto, ¿cómo se hace?
El sueño infantil es como un puzle en el que tienen que encajar todas las piezas de forma simultánea para que realmente mejore. Si solo ponemos atención en una de estas piezas o en dos, lo que conseguiremos aumentar será nuestro nivel de frustración y no nuestro descanso, ya que estaremos haciendo esfuerzos, pero en la dirección equivocada y conseguiremos pocos o ningún resultado.
¿Cuáles son estas piezas?
- Expectativas realistas según cada etapa: Saber cuántos despertares son normales por edad y cuándo esperar que duerma toda la Esto nos ayuda a aterrizar en el mundo real, controlar la frustración y saber qué mejorar.
- Observación y horarios: Dormir lo que toca cuando le toca de día y de Al principio hacer un diario de sueño es de gran ayuda para saber cuándo y cuánto está durmiendo nuestro hijo.
- Ambiente de sueño: No se descansa igual si dormimos de cualquier forma y en cualquier lugar. Piensa en cómo descansas en diferentes situaciones (cama, sofá, coche…), e intenta recrear un buen ambiente para que descanse (ruidos, luz, temperatura…). Cuando son muy pequeños, recrear un ambiente que recuerde al útero materno puede ser de gran
- Rutinas y rituales para dormir: Crear un orden ayuda a que se preparen para lo que viene después y también aporta seguridad. Cómo nos vamos a la cama y el tipo de descanso que tenemos, marcará nuestro estado de ánimo al día
- Disminución de apoyos para dormir: Si siempre se duerme al pecho o en brazos, los necesitará para poder volverse a dormir cada vez que se despierte. Es mejor que dependan de muchos apoyos que de solo.
Ahora que ya las conocéis, os invito a que reflexionéis sobre cómo está funcionando cada una de estas 5 piezas en vuestro puzle de sueño particular. Conocerlas en detalle es lo que nos va a permitir ajustarlas para que encajen a la perfección.
Laura Pazos
Psicóloga infantil especializada en el sueño del bebé.
Directora de Sleepykids.